El hijo de la promesa |
Sara declaró: Dios me hizo reír.
Todos los que se enteren de lo que sucedió se reirán conmigo.
¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría a un bebé?
Sin embargo, ¡le he dado a Abraham un hijo en su vejez!”.
Todos los que se enteren de lo que sucedió se reirán conmigo.
¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría a un bebé?
Sin embargo, ¡le he dado a Abraham un hijo en su vejez!”.
La fe de Abraham para sus hijos. |
En el capítulo anterior, Sara fue secuestrada por Abimelec, el rey de un pueblo donde no había temor de Dios, por donde Abraham andaba de nómada. Abraham, tuvo temor de reconocer que era su esposa, y aun así, Dios tuvo misericordia de ellos y lo honró como su profeta.
Abraham oró por Abimelec, a pesar de que se portó como un enemigo al secuestrar a su esposa, y Dios sanó a las mujeres de su pueblo, que, por causa del pecado de Abimelec, habían quedado estériles. Interesante, que después de que Abraham ora por la esterilidad de las mujeres de este pueblo enemigo, su propia mujer es sanada de esterilidad, y por fin logra engendrar al hijo de la promesa. Moraleja: Cuando oras sinceramente por tus enemigos, Dios te concede a ti primeramente, las bendiciones que pides para ellos. Así que, en lugar de desear el mal a nuestros enemigos, oremos por su bienestar, por su prosperidad, por misericordia para ellos, y, ¿qué crees? Al hacerlo, eso será justo lo que recibamos nosotros.Por supuesto que no lo haremos sólo por conveniencia, ya que entonces nuestras oraciones no serán puras y sinceras, sino que lo haremos simplemente por el mandamiento de nuestro padre de ser misericordiosos como Él. Mateo 5:44-48 dice lo siguiente: “Pero yo digo (esto lo dice Yeshúa): ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo. Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual. Si sólo amas a quienes te aman, ¿qué recompensa hay por eso? Hasta los corruptos cobradores de impuestos hacen lo mismo. Si eres amable sólo con tus amigos, ¿en qué te diferencias de cualquier otro? Hasta los paganos hacen lo mismo. Pero tú debes ser perfecto, así como tu Padre en el cielo es perfecto”. |
Volvamos a Génesis 21 “El SEÑOR cumplió su palabra e hizo con Sara exactamente lo que había prometido. Ella quedó embarazada y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez. Esto ocurrió justo en el tiempo que Dios dijo que pasaría. Y Abraham le puso por nombre a su hijo, Isaac. Ocho días después del nacimiento, Abraham circuncidó a Isaac, tal como Dios había ordenado. Abraham tenía cien años de edad cuando nació Isaac. Sara declaró: Dios me hizo reír. Todos los que se enteren de lo que sucedió se reirán conmigo. ¿Quién le hubiera dicho a Abraham que Sara amamantaría a un bebé? Sin embargo, ¡le he dado a Abraham un hijo en su vejez! Cuando Isaac creció y estaba a punto de ser destetado, Abraham preparó una gran fiesta para celebrar la ocasión. Pero Sara vio que Ismael —el hijo de Abraham y de su sierva egipcia Agar— se burlaba de su hijo Isaac. Entonces ella se dirigió a Abraham y le exigió: Echa fuera a esa esclava y a su hijo. Él no compartirá la herencia con mi hijo Isaac. ¡No lo permitiré!
|
Esto disgustó mucho a Abraham, porque Ismael era su hijo; pero Dios le dijo a Abraham: No te alteres por el muchacho y tu sierva. Haz todo lo que Sara te diga, porque Isaac es el hijo mediante el cual procederán tus descendientes. Así que a la mañana siguiente Abraham se levantó temprano, preparó comida y un recipiente de agua, y amarró todo a los hombros de Agar. Luego la despidió junto con su hijo, y ella anduvo errante por el desierto de Beerseba. Cuando se acabó el agua, Agar puso al muchacho a la sombra de un arbusto. Entonces se alejó y se sentó sola a unos cien metros de distancia. Se echó a llorar y dijo: No quiero ver morir al muchacho. Pero Dios escuchó llorar al muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: Agar, ¿qué pasa? ¡No tengas miedo! Dios ha oído llorar al muchacho, allí tendido en el suelo. Ve a consolarlo, porque yo haré de su descendencia una gran nación.
|
Entonces Dios abrió los ojos de Agar, y ella vio un pozo lleno de agua. Enseguida llenó su recipiente con agua y dio de beber al niño. El muchacho creció en el desierto, y Dios estaba con él. Llegó a ser un hábil arquero, se estableció en el desierto de Parán, y su madre arregló que se casara con una mujer de la tierra de Egipto. En esos días, Abimelec fue con Ficol, el comandante de su ejército, a visitar a Abraham. —Es obvio que Dios está contigo, ayudándote en todo lo que haces —dijo Abimelec. Júrame en nombre de Dios que nunca me engañarás ni a mí, ni a mis hijos, ni a ninguno de mis descendientes. Yo te he sido leal, así que ahora jura que tú me serás leal a mí y a esta nación donde vives como extranjero. Abraham respondió: —¡Sí, lo juro! Entonces Abraham se quejó con Abimelec por un pozo que los siervos de Abimelec habían quitado por la fuerza a los siervos de Abraham. —No sabía nada —respondió Abimelec—.
|
No tengo idea de quién es el responsable. Nunca antes te has quejado de este asunto. Entonces Abraham le dio a Abimelec algunas de sus ovejas y cabras, y cabezas de ganado, y los dos hicieron un tratado. Pero Abraham además tomó otras siete corderas y las puso aparte. Y Abimelec preguntó: —¿Por qué has puesto estas siete separadas de los demás? Abraham respondió: —Por favor, recibe estas siete corderas en señal de que aceptas que yo cavé este pozo. Luego Abraham puso por nombre a ese lugar Beerseba (que significa: pozo del juramento), porque fue allí donde ambos hicieron el juramento. Después de haber hecho el pacto en Beerseba, Abimelec partió junto con Ficol, el comandante de su ejército, y los dos regresaron a su hogar, en tierra de los filisteos. Luego Abraham plantó un tamarisco en Beerseba, y allí adoró al SEÑOR, Dios Eterno.Y Abraham vivió como extranjero en la tierra de los filisteos durante mucho tiempo”.
|
Lección para padres:
¿Te suena familiar la historia? ¿Has criado adolescentes burlones, cínicos, que abusan de tu cariño, y no parecen interesados en el temor de Dios, y tomar su lugar con humildad? Quizás es momento de mandarlos al desierto. Quizás es momento de dejar de proveer para su carne, y sus abusos, y entregárselos a Dios, y confiar en que Él, y sólo Él, se encargará de su porvenir. |
Como padres, busquemos el reino de Dios y su justicia, dejemos de pretender ayudar a Dios con nuestras fuerzas, y recursos, y dejemos que Él trate con el fruto de nuestros errores e impaciencia. En el cierre de este capítulo, nuestro Padre Abraham, nos da muestra de su humildad y confianza en Dios, al vivir como extranjero y nómada en su propia tierra.
Así es exactamente como debemos vivir. Hebreos 11:8-10 “Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba. Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas de campaña. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma promesa”. |
Bendito seas padre nuestro, por dejar el testimonio de los pioneros de nuestra fe. Gracias por el ejemplo de fe y confianza que nuestro padre Abraham nos deja en la crianza de sus hijos. Ayúdanos a confiar como él lo hizo, al despedir a su amado hijo Ismael, a dejar de aferrarse a sus errores del pasado, y a confiar en que tú eres fiel a tus promesas, y las cumplirás aun sin nuestra ayuda, y recursos. Te pedimos por todos los hijos pródigos, rebeldes, abusivos, ten misericordia de ellos, y sostenlos, y preserva su vida en el desierto, aunque nosotros no estemos allí. Y mientras vivamos en este mundo, recuérdanos que somos nómadas, que estamos de paso, que todo es tuyo, y en tu gracia nos concedes disfrutar de tu tierra y tus bendiciones. Concédenos ser testigos del desenlace de la historia de la familia de Abraham, y todos los pactos y promesas que hiciste con él, y de las cuales nos has hecho parte, gracias a Yeshúa, el hijo de la promesa. En sus méritos oramos. Amén.
|