Caín y Abel |
“Ahora bien, Adán tuvo relaciones sexuales con su esposa, Eva, y ella quedó embarazada. Cuando dio a luz a Caín, dijo: ¡Con la ayuda del SEÑOR, he tenido un varón”
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"Relaciones
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Aquí aparece nuevamente la palabra hebrea para conocimiento, que leímos en el capítulo anterior, ahora traducida como relaciones sexuales. Si no escuchaste los capítulos anteriores, te recomiendo hacerlo.
Este capítulo 4 inicia con esperanza para la humanidad, representada en Adán y Eva, ahora expulsados del jardín del Edén, pero aún con el favor divino, de poder engendrar un hijo que continuará la historia. La expresión de Eva diciendo: “con la ayuda de Dios he adquirido un hijo”, es la esperanza de que Dios no nos ha dejado, la procreación de más seres humanos es la esperanza divina en el futuro de la humanidad, a pesar del engaño, y la desobediencia en la que cayeron, y las consecuencias de la mezcla y confusión entre el bien y el mal. Volvamos a Génesis 4: “Ahora bien, Adán tuvo relaciones sexuales con su esposa, Eva, y ella quedó embarazada. Cuando dio a luz a Caín, dijo: ¡Con la ayuda del SEÑOR, he tenido un varón! Tiempo después, dio a luz al hermano de Caín y le puso por nombre Abel. Cuando crecieron, Abel se hizo pastor de ovejas, mientras que Caín se dedicó a cultivar la tierra. Al llegar el tiempo de la cosecha, Caín presentó algunos de sus cultivos como ofrenda para el SEÑOR. Abel también presentó una ofrenda: lo mejor de las primeras crías de los corderos de su rebaño. El SEÑOR aceptó a Abel y a su ofrenda, pero no aceptó a Caín ni a su ofrenda. Esto hizo que Caín se enojara mucho, y se veía decaído. ¿Por qué estás tan enojado? —preguntó el SEÑOR a Caín—. ¿Por qué te ves tan decaído? Serás aceptado si haces lo correcto, pero si te niegas a hacer lo correcto, entonces, ¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo. Cierto día Caín dijo a su hermano: Salgamos al campo. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató. L uego el SEÑOR le preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está Abel? —No lo sé —contestó Caín—. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Pero el SEÑOR le dijo: —¿Qué has hecho? ¡Escucha! ¡La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra! Ahora eres maldito y serás expulsado de la tierra que se ha tragado la sangre de tu hermano. La tierra ya no te dará buenas cosechas, ¡por mucho que la trabajes! De ahora en adelante, serás un vagabundo sin hogar sobre la tierra. Caín respondió al SEÑOR: —¡Mi castigo es demasiado grande para soportarlo! Me has expulsado de la tierra y de tu presencia; me has hecho un vagabundo sin hogar. ¡Cualquiera que me encuentre me matará! El SEÑOR respondió: —No, porque yo castigaré siete veces a cualquiera que te mate. Entonces el SEÑOR le puso una marca a Caín como advertencia para cualquiera que intentara matarlo. Luego, Caín salió de la presencia del SEÑOR y se estableció en la tierra de Nod, al oriente de Edén. Caín tuvo relaciones sexuales con su esposa, y ella quedó embarazada y dio a luz a Enoc. Luego Caín fundó una ciudad, que llevaba el nombre de su hijo Enoc. Enoc tuvo un hijo llamado Irad, Irad fue el padre de Mehujael. Mehujael fue el padre de Metusael, Metusael fue el padre de Lamec”. |
Lecciones de la vida de Caín y Abel:
Caín era la esperanza para la continuidad de la humanidad. Eva, su madre, al saber que estaba embarazada, exaltó la ayuda divina por haberle dado un hijo. Caín como primogénito de Adán, tenía el potencial de elegir mejor que su padre, de buscar nuevamente la elevación espiritual, y conexión con su creador, y evitar ser engañado por lo que el maligno le ofrecería. Sin embargo, como veremos en otras historias posteriores de primogénitos rebeldes, cometió el error de enfocarse en el trabajo de la tierra, y seguir los consejos del maligno, como está escrito en el Nuevo Testamento en 1 Juan 3:11-12, que cito a continuación: “Este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No debemos ser como Caín, quien pertenecía al maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque Caín hacía lo malo y su hermano lo recto”. La agricultura a la que Caín se dedicó, es un trabajo arduo y enfocado en ésta tierra, para recibir una gran cosecha de nuestro esfuerzo, es un trabajo enfocado en el trabajo de uno mismo, para el beneficio propio. Abel su hermano, por otro lado, como segundo, y quizás sin grandes expectativas de ser el más importante de la familia, se dedicó a ser el segundo, al cuidado y bienestar de otros, en este caso, como pastor de ovejas. El pastoreo de ovejas ha sido el oficio bíblico por excelencia del pueblo de Israel, incluso, del creador mismo, como leemos en el Salmo 23 y Juan 10:11-18, que leemos a continuación. Salmo de David. “El SEÑOR es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. |
Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones. Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del SEÑOR viviré por siempre”.
Juan 10:11-18 Yeshúa dice: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas. El que trabaja a sueldo sale corriendo cuando ve que se acerca un lobo; abandona las ovejas, porque no son suyas y él no es su pastor. Entonces el lobo ataca el rebaño y lo dispersa. El cuidador contratado sale corriendo porque trabaja sólo por el dinero y, en realidad, no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, como también mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre. Así que sacrifico mi vida por las ovejas. Además, tengo otras ovejas que no están en este redil, también las debo traer. Ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño con un solo pastor. El Padre me ama, porque sacrifico mi vida para poder tomarla de nuevo. Nadie puede quitarme la vida sino que yo la entrego voluntariamente en sacrificio. Pues tengo la autoridad para entregarla cuando quiera y también para volver a tomarla. Esto es lo que ordenó mi Padre”. Caín con su enfoque en sí mismo, en su trabajo y el fruto de la tierra, no estaba dispuesto a compartir el favor divino o de su familia con su hermano, y ante el desagrado de su creador por esa actitud tan egoísta, y llena de celos, hizo lo que está escrito acerca de los celos, envidias y pleitos. |
El pecado
de Caín |
Santiago 3:16-18 que leo a continuación: “Pues, donde hay envidias y ambiciones egoístas, también habrá desorden y toda clase de maldad. Sin embargo, la sabiduría que proviene del cielo es, ante todo, pura y también ama la paz; siempre es amable y dispuesta a ceder ante los demás. Está llena de compasión y de buenas acciones. No muestra favoritismo y siempre es sincera. Y los que procuran la paz sembrarán semillas de paz y recogerán una cosecha de justicia”.
Caín comete el grave pecado de matar a su hermano, que es la esencia de todos los homicidios, por egoísmo, celos, codicia, envidia entre hermanos, ya que, en nuestro origen, todos somos hermanos, descendientes de Adán y Eva. Caín quiso quedarse con todo, y al final, lo perdió todo. Como lección, Dios lo exiliaría fuera de su presencia y cuidado, lo cual era un justo castigo, ya que Caín protestó que él no era el guardián de su hermano, por tanto, ahora Dios dejaría de ser su guardián, y lo dejaría expuesto a la violencia de otros futuros descendientes de Adán iguales de egoístas que él. Además de este acto de justicia divina, Dios le dio otra lección de misericordia, que al parecer aprendió, y la dejó como legado para nosotros. Una vez que se fue de la presencia de Dios, construyó una ciudad con el nombre de su hijo, Enoc, que significa: educación. Que paradoja, Caín recibió la educación divina de que los celos y el egoísmo no producen prosperidad, entendió, que si tuviera todas las tierras y cosechas para él solo, al final, todo se echaría a perder, todo se pudriría, él solo no podría mantener todo lo que tenía. De modo, que es la hermandad, el trabajo de equipo, y la compañía de otros, que en verdad traen prosperidad. Es por eso, que fue el primero en fundar una ciudad, a la que llamó: educación. Recibamos esta lección educativa, seamos como Abel, dispuestos a ponernos en segundo lugar, a trabajar por el cuidado y bienestar de los demás, y aprendamos de la historia de Caín, un niño que nació con todo el potencial de restaurar a la humanidad, pero que una vez más, fue engañado por el afán de los frutos de éste mundo, pero, que al final entendió al nombrar a su hijo Enoc, y fundar una ciudad con su nombre, que la única esperanza para la humanidad, es el cuidado de los demás, la cooperación, la fraternidad, la alianza, y sociedad que crea ciudades prósperas. Leamos lo que dice el Nuevo Testamento en la carta a los Hebreos, acerca de la diferencia entre la sangre de Abel, y de Yeshúa, Hebreos 12:23-24 que cito a continuación: “Ustedes han llegado a la congregación de los primogénitos de Dios, cuyos nombres están escritos en el cielo. Ustedes han llegado a Dios mismo, quien es el juez sobre todas las cosas. Ustedes han llegado a los espíritus de los justos, que están en el cielo y que ya han sido perfeccionados. Ustedes han llegado a Yeshúa, el mediador del nuevo pacto entre Dios y la gente, y también a la sangre rociada, que habla de perdón en lugar de clamar por venganza como la sangre de Abel”. |
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Padre, perdóname por ser igual a Caín, yo también he estado lleno de egoísmo, de celos, de materialismo, de indiferencia hacia los demás. Perdóname por tener envidia del éxito de los demás, que son mis hermanos. Ayúdame a ser generoso para con todos, como lo eres tú, y edúcame para vivir en sociedad, en hermandad, y cooperación con todos tus hijos.
Gracias por la sangre inocente de Yeshúa, mi salvador, que pide perdón por mí, que ahora es mi más grande ejemplo de amor, tan superior a la amargura del odio, y el egoísmo entre hermanos. Amén. |
Nuevas
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Vamos a cerrar el capítulo 4, a partir del versículo 19: “Lamec se casó con dos mujeres. La primera se llamaba Ada y la segunda, Zila. Ada dio a luz a Jabal, quien fue el primero de los que crían animales y viven en carpas de campaña. El nombre de su hermano fue Jubal, el primero de todos los que tocan el arpa y la flauta. La otra esposa de Lamec, Zila, dio a luz un hijo llamado Tubal-caín, el cual se hizo experto en forjar herramientas de bronce y de hierro Tubal-caín tuvo una hermana llamada Naama.
Cierto día Lamec dijo a sus esposas: Ada y Zila, oigan mi voz; escúchenme, esposas de Lamec. Maté a un hombre que me atacó, a un joven que me hirió. Si se castiga siete veces a quien mate a Caín, ¡el que me mate a mí será castigado setenta y siete veces!”. Comienzo de la multiplicación de la descendencia de Adán y Eva, a través de Caín. Comienzo de la poligamia, las artes, los oficios, el entretenimiento, el orgullo humano, y todo lo que ahora abunda. Volvemos a Génesis 4 a partir del versículo 25: “Adán volvió a tener relaciones sexuales con su esposa, y ella dio a luz otro hijo, al cual llamó Set, porque dijo: Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel, a quien Caín mató. Cuando Set creció, tuvo un hijo y lo llamó Enós. Fue en aquel tiempo que la gente por primera vez comenzó a adorar al SEÑOR usando su nombre”. La historia de esperanza continúa, ahora Set, cuyo nombre significa: sustituto, es una figura profética, del que compensa la muerte del justo Abel, quien traerá la semilla santa que salvará al mundo del odio entre hermanos. Oremos juntos como hermanos. Gracias Padre por enseñarnos con paciencia, la superioridad del amor contra el odio entre hermanos, ayúdame a tomar mi rol dentro de tu familia, como pacificador, como reconciliador, como servidor de los demás, siguiendo el ejemplo de tu Hijo amado, que no vino a ser servido, sino a servir, y poner su vida en rescate por muchos, entre ellos, yo, el más egoísta de todos. Gracias por tu misericordia, y una nueva oportunidad. Amén. Esto es, Simplemente Descubre la Biblia simple, te espero en el siguiente capítulo. |